¿Está Dios presente en su Creación? Y si lo está, ¿de qué manera presientes su presencia?
Me he animado a preguntaros después de leer este breve texto de Khalil Gibran (1883-1931):
En los días de mi más remota antigüedad, cuando el temblor primero del habla llegó a mis labios, subí a la montaña santa y hablé a Dios, diciéndole:
-Amo, soy tu esclavo. Tu oculta voluntad es mi ley, y te obedeceré por siempre jamás.
Pero Dios no me contestó, y pasó de largo como una potente borrasca.
Y mil años después volví a subir a la montaña santa, y volví a hablar a Dios, diciéndole:
-Creador mío, soy tu criatura. Me hiciste de barro, y te debo todo cuanto soy.
Y Dios no contestó; pasó de largo como mil alas en presuroso vuelo.
Y mil años después volví a escalar la montaña santa, y hablé a Dios nuevamente, diciéndole:
-Padre, soy tu hijo. Tu piedad y tu amor me dieron vida, y mediante el amor y la adoración a ti heredaré tu Reino.
Pero Dios no me contestó; pasó de largo como la niebla que tiende un velo sobre las distantes montañas.
Y mil años después volví a escalar la sagrada montaña, y volví a invocar a Dios, diciéndole:
-¡Dios mío!, mi supremo anhelo y mi plenitud, soy tu ayer y eres mi mañana. Soy tu raíz en la tierra y tú eres mi flor en el cielo; juntos creceremos ante la faz del sol.
Y Dios se inclinó hacia mí, y me susurró al oído dulces palabras. Y como el mar, que abraza al arroyo que corre hasta él, Dios me abrazó.
Y cuando bajé a las planicies y a los valles vi que Dios también estaba allí.
Me he animado a preguntaros después de leer este breve texto de Khalil Gibran (1883-1931):
En los días de mi más remota antigüedad, cuando el temblor primero del habla llegó a mis labios, subí a la montaña santa y hablé a Dios, diciéndole:
-Amo, soy tu esclavo. Tu oculta voluntad es mi ley, y te obedeceré por siempre jamás.
Pero Dios no me contestó, y pasó de largo como una potente borrasca.
Y mil años después volví a subir a la montaña santa, y volví a hablar a Dios, diciéndole:
-Creador mío, soy tu criatura. Me hiciste de barro, y te debo todo cuanto soy.
Y Dios no contestó; pasó de largo como mil alas en presuroso vuelo.
Y mil años después volví a escalar la montaña santa, y hablé a Dios nuevamente, diciéndole:
-Padre, soy tu hijo. Tu piedad y tu amor me dieron vida, y mediante el amor y la adoración a ti heredaré tu Reino.
Pero Dios no me contestó; pasó de largo como la niebla que tiende un velo sobre las distantes montañas.
Y mil años después volví a escalar la sagrada montaña, y volví a invocar a Dios, diciéndole:
-¡Dios mío!, mi supremo anhelo y mi plenitud, soy tu ayer y eres mi mañana. Soy tu raíz en la tierra y tú eres mi flor en el cielo; juntos creceremos ante la faz del sol.
Y Dios se inclinó hacia mí, y me susurró al oído dulces palabras. Y como el mar, que abraza al arroyo que corre hasta él, Dios me abrazó.
Y cuando bajé a las planicies y a los valles vi que Dios también estaba allí.
hace 2 semanas
A Jacinto: Galileo, Leonardo da Vinci, Newton y Einstein creían en Dios... ¿eres tú, entonces, más sabio, menos ignorante que ellos?
No ves que para símplemente demostrar su existencia tenemos que partir desde las consecuencias para hallar la causa primera: Dios? Y ni siquiera lo tenemos demasiado claro.
Además, la materia nos impide ser perfectos y captar la perfección, ya que ese es el fin último del ser humano al que sólo llegamos con la muerte.
He respondido a tu pregunta?
- hace 2 semanas
Fuente(s):
- Comentario de la persona que pregunta (OgDoaD):
- Podría haber elegido a Darwin, Venusiana, Beatle o Patysol. He tenido pocas respuestas pero inmejorables participaciones. Gracias a todos. Selecciono a Sid por los conceptos filosóficos inherentes en su respuesta (propios de la gnosis). Sugiero reflexionar sobre Existir: ¿es aplicable al Increado?
Comentario de Sid Vicious: Algo empieza a existir cuando es creado, y para hablar de existir, tiene que haber el no-ser, el increado. Ni el alma y el mundo son eternos, según decían Platón y Aristóteles respectivamente. Tienen un principio: cuando Dios los crea.
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