Sarkozy ha insistido en la importancia de la religión. Él, como ya está bien apañado, se puede permitir estos excesos. El caso es dar titulares, aunque sean escandalosos, boutades a saco. Sarkozy es el comercial de Francia, muy dormida en los últimos lustros, en las últimas glorias. Vive de rentas y al final hay que espabilar. Sarkozy & Bruni ya vienen a dar otra idea de Europa, la propia combinación ya es europea, es una pareja Schengen, trasciende de facto esa brasa nacional. Aunque hubiera sido más global una africana, o un presidente africano. Otra idea de Europa que no saben muy bien cuál puede ser, pues ahora todo está en gestación y derribo, en plena metamorfosis. Hasta ha salido un superior jesuita alejado de la férrea doctrina papal.
Es momento de reflexión y cambio, o de cambio a secas, pues si se reflexiona mucho ya te cambia el suelo y tiemblan los techos, como si fueran los de la estación de autobuses de Zaragoza.
Desde esa grandeur de hecho, o de pareja de hecho, el comercial de Francia ha emitido que hay que volver a la religión. En Francia, que inventó el laicismo y lo puso por escrito, estos ditirambos han causado estupor y prevención. Y nos ponen en el brete del que el XXI será religioso o no será, bla bla. Y es religioso a la fuerza, sobre todo a la fuerza de las bombas. Hay al menos dos bandos superintegristas acérrimos, unos quieren conquistar Andalucía, otros masacrar Irán. Israel aterroriza preventivamente a su propio vecindario lanzando misiles nuevos de largo alcance, como el que tira cohetes para las fiestas, o cortando la luz.
El rearme es colosal. Hasta España se ha hecho un huecazo como octava potencia vendedora de armas y pertrechos militares. En este hipercontexto la religión o las religiones son meros instrumentos comerciales para vender más y mejores armas, cosa que Francia hace con mucha solvencia. En las religiones, el libro es ahora el de instrucciones para montar una olla podrida. Comercio y barbarie. Y en ese sentido hay que entender la llamada de Sarkozy, que no suele ir a misa, ni a la mezquita. Las religiones también vienen bien para aplacar y domesticar a la propia parroquia asilvestrada de los barrios, que en cuanto viene el buen tiempo se echa a incendiar coches para Youtube.
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