viernes, 11 de enero de 2008

Frases básicas dichas en Esperanto...

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  • De kiu lando vi estas? - ¿De qué país eres?
  • Kie vi logas? - ¿Dónde vives?
  • Kiom kostas la kuko? - ¿Cuanto cuesta el pastel?
  • Pluvas. - Llueve.
  • Negas. - Nieva.
  • La suno brilas. - El sol brilla.
  • Mi fajfas pri tio. - Me río de eso.
  • Damne! - ¡Maldición!
  • Fek'! - ¡La miércoles!
  • Mi estas laca. - Estoy cansado.
  • Mi gojas. - Estoy gozando.
  • Mi ne volas. - No quiero.
  • Vi estas bela. - Eres hermoso/a.
  • Vi estas stultulo. - Eres un sonso.
  • Tre bone! - Muy bien!
  • Kio okazas? - ¿Qué pasa?
  • Mi pensis pri vi. - Pensé en ti.
  • Kioma horo estas? - ¿Qué hora es?
  • Dek post la tria. - Las tres y diez.
  • Kiam vi venos? - ¿Cuándo vendrás?
  • Eble. - Puede ser.
  • Povas esti. - Puede ser.
  • Vi pravas. - Tienes razón.
  • Cu vere? - ¿Es cierto?
  • Mia nomo estas... - Mi nombre es...
  • Kio estas via nomo? - ¿Cuál es tu nombre?
  • Saluton! - ¡Hola!
  • Gis! - ¡Hasta...!
  • Dankon. - Gracias.
  • Nedankinde. - No hay de que.
  • Bonan apetiton. - Buen provecho.
  • Mi konsentas. - Estoy de acuerdo.
  • Kompatinda! - ¡Pobre!
  • Kion vi faras? - ¿Qué haces?
  • Kiel vi fartas? - ¿Cómo estás?
  • Mi fartas bone. - Estoy bien.
  • Mi estas malsata. - Tengo hambre.
  • Mirinde! - ¡Increíble!
  • Kiel vi? - ¿Cómo estás?
  • Bone! - Bien!
  • Des pli bone! - Mejor!
  • Konsentite! - De acuerdo
  • Mi ne komprenas. - No entiendo

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Citas ABNEGACIÓN...

La vida de sacrificios es más agradable casi siempre que la de amarguras.
PIO BAROJA, El cura de Monleón, Prólogo, pág. 17 (Ed. 1936)

He never errs who sacrificies self.
(El que se sacrifica a sí mismo, nunca yerra.)
E. BULWER-LYTTON, The new Timon, Part. 4, 3.

Vivre pour autrui n'est pas seulement la loi du devoir, c'est aussi la loi du bonheur.
(Vivir para otros no es sólo ley del deber, sino también ley de la felicidad.)
A. COMTE, Pensées et préceptes, 223

No es vulgar ni solitaria una vida donde el bien se reproduce; el sacrificio es obra de alto linaje que recibe muy ocultas recompensas.
C. ESPINA, La esfinge maragata, XIV

Quanto quisque sibi plura negaverit, ab dis plura feret.
(Cuanto más uno se niegue a sí mismo, tanto más recibirá de los dioses.)
HORACIO, Odas, lib. III, oda 16, v. 21

Voulez-vous attacher fortement l'homme? Imposez-lui de grands sacrifices.
(¿Queréis que alguien os quede fuertemente ligado? Imponedle grandes sacrificios.)
F.R. LAMENNAIS, Pages et pensées catholiques, 32

Reconozco que fui yo la equivocada llamándole sacrificio a renunciar a lo muy grande y de una vez para todas. ¡Equivocada completamente! El verdadero sacrificio es el de renunciar a algo todos los días y cada día.
M. LINARES RIVAS, Hilos de araña, II, 4. (Octavia).

Tis easier far to lose than to resign.
(Es mucho más fácil perder algo que abandonarlo.)
G. LYTTELTON, Elegy.

On est né pour les grandes choses quand on a la force de se vaincre soi-même.
(Cuando uno tiene fuerza para vencerse a sí mismo, puede creerse de él que ha nacido para cosas grandes.)

El mismo acto en que se renuncia a la propia vida significa la suprema afirmación de la personalidad: es un volver de la periferia a nuestro centro espiritual.
J. ORTEGA Y GASSET, El Espectador, (Muerte y Resurrección).

Para el que nada ambiciona,
todo el mundo está a la mano.
JOSE MARIA PEMAN, El divino impaciente, acto I. (Ignacio de Loyola).

Cuando el sacrificio se convierte en un deber y en una necesidad para el hombre, ya no hallo límite al horizonte que ante mí se abre.

El espíritu de mortificación y de rigor es muy bueno que lo tenga cada uno para sí, mas para su hermano siempre ha de tener un espíritu de amor y suavidad.
A. RODRIGUEZ, Ejercicio de perfección y virtudes cristianas, Pte. 1, tratado 4º, cap. X.

Self-sacrifice enables us to sacrifice other people without blushing.
(El sacrificio propio nos deja en disposición de sacrificar a los demás sin sonrojarnos.)
B.SHAW, Maximes for Revolutionists.

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Cristianismo y democracia: ¿compatibilidad o incompatibilidad?

Diario de Mallorca - Opinión - Cristianismo y democracia: ¿compatibilidad o incompatibilidad?

MIQUEL GUAL TORTELLA

Si tuviéramos que adjetivar el momento cultural que vivimos hoy, me refiero sobre todo al mundo occidental, el adjetivo de mayor espectro sería "democrático". Hoy vivimos la cultura de la democracia, con sus pros y sus contras, como bien se han encargado de señalar autores como Bell. Pero, a pesar de todo, resulta incuestionable que el tema de la igualdad, simbolizado en el siglo XIX bajo la forma de sufragio universal y en el XX por la paridad de posibilidades, sea el tema dominante de la cultura actual. Un estilo de vida determinado, unos derechos, normas y valores, el acceso a unos puestos en la sociedad o a la cultura, etc., etc., considerados en otros momentos como propios de unas minorías, ahora, dejando de ser privilegios de unos pocos, son tenidos como derechos de todos y de todas. El poder de elegir, visto antaño como el privilegio social de unos pocos, hoy se percibe como un derecho, y en algunos casos como un deber, de todos. En efecto, elegimos a nuestros políticos, elegimos el trabajo, elegimos el lugar donde vivir y tantas otras cosas que antes venían impuestas y ahora son el fruto de una u otra elección.

Nos guste o no, éste es el ethos (costumbre) dominante que configura una sociedad y unas relaciones que emergen de la igualdad, en detrimento de otras formas autoritarias que a lo largo de muchos siglos se convirtieron en fuente y principio de convivencia.

Pero, ¿es compatible el cristianismo con esta nueva cultura? Pienso que, teóricamente, la mayoría de respuestas serían totalmente afirmativas; no obstante, sin salirnos de nuestra geografía, es fácil descubrir pronunciamientos y actitudes, sobre todo de una parte de la jerarquía, que hacen dudar de su viabilidad; probablemente porque cuesta aceptar que el cambio cultural obliga a resituar el rol que la Iglesia ha ejercido durante tantos siglos, pasando de ser una Iglesia poderosa a ser una Iglesia humilde y pobre. De todas formas, es fácil constatar que el hecho del que estamos hablando, sigue presente en los escritos de pensadores como Rawls o Habermas, figuras maestras de la actualidad.

Ahora bien, si desde el marco cultural anteriormente descrito, resultaría difícil poder justificar la privatización, desde el Estado, de una u otra creencia, tampoco se justificaría, hoy, una voluntad impositiva por parte de una o unas iglesias, pretendiendo erigirse en referentes exclusivos de valores cívicos y morales. Las confesiones, pues, tendrán que aprender a resituarse en el nuevo marco cultural y político sin que por ello nadie pueda rasgarse las vestiduras ni vea indicios de persecución por doquier.

El Vaticano II habló de manera clara y explícita sobre la autonomía de las realidades temporales; sin embargo, parece que éste sigue siendo un reto para nuestra Iglesia. Las confesiones religiosas, más pronto o más tarde, tendrán que preguntarse por las condiciones para sus intervenciones en la esfera pública, conscientes de que su actuación se lleva a cabo, en la mayoría de casos, en Estados definidos en sus respectivas Constituciones como laicos o aconfesionales. En este sentido, hay autores actuales que hablan de "libertad religiosa positiva", entendiendo así el despliegue de la religión en la vida pública, y de "libertad religiosa negativa", conscientes de que los creyentes conviven con otros ciudadanos no creyentes que tienen el derecho a no ser invadidos. Ésta sería una de las condiciones primeras a respetar en el marco de un Estado laico o aconfesional. Junto con ella cabe hablar del necesario reconocimiento, por parte de las confesiones, de aquellas instituciones que vertebran la cultura democrática; de tal forma, que cuando esta regla de juego no es acatada, entonces se vulneran tanto el principio de separación entre Iglesia y Estado, como el de la autonomía de las realidades temporales.

No cabe la menor duda que hoy, en Europa, la Iglesia necesita cristianos políticamente comprometidos; de la misma manera que la política no puede prescindir de hombres y mujeres que, desde sus convicciones religiosas más auténticas, estimulen las utopías para que los programas políticos y sociales de los partidos no queden reducidos a puras soluciones inmediatistas. En esta línea, es el mismo Habermas quien afirma que el discurso religioso mantiene un potencial de significado del que no se debería prescindir, citando como ejemplos el sentimiento de solidaridad comunitaria, tal como la vivieron las primitivas comunidades cristianas, o la ética del amor. Ahora bien, el trasvase entre cristianismo y democracia sólo será posible desde el mutuo respeto y el diálogo sincero y permanente, que evite cualquier afán de imposición.

(*) Profesor del CESAG

El PSOE y el cristianismo (José Luis TORRES RAMON)

Diario de Ibiza - Opinión - El PSOE y el cristianismo (José Luis TORRES RAMON)

Hay que ver, una vez más, la reacción furibunda e injustificada que por parte del PSOE se ha iniciado contra los cristianos, ante el reciente encuentro de las familias en Madrid. Creo que se trata de un claro reflejo anticristiano de los habitantes de la Moncloa y Ferraz, ya que para ellos, después de la masiva manifestación, existe una seria preocupación de cara a las próximas elecciones generales. Es absurdo e hipócrita que los señores del PSOE se rasguen las vestiduras, como si fuera algo nuevo el que la Iglesia defienda una concepción de la familia formada por la unión indisoluble del varón y la mujer para la educación de los hijos en la fe.

Aunque quizá no vendría mal la legalización de la bigamia (el islam al que usted tanto teme), o el matrimonio con los primates (por aquello de la evolución), sí, hombre, sus antepasados (que no los míos), o quizá la total liberación del aborto, así ya no hará falta que se tiren los fetos ilegalmente a las picadoras, podrá ser legal que se trituren cual carne picada, es duro, sí, muy duro, pero una realidad que ha quedado demostrada.

España no es ni puede ser laica mal que les pese; España (guste o no) es un país europeo de raíz cristiana, y eso no puede dejarse de ver salvo que nos lo quieran imponer adoctrinándonos cual borregos (la familia, la educación para la ciudadanía). La Iglesia de Cristo (lo crean o no) es la fuente de la fe para una gran mayoría de los españoles y tiene una más que demostrada función a lo largo de los siglos que afecta en lo moral y social por sí misma, cubriendo necesidades no sólo materiales sino también espirituales y no el laicismo que quieren imponernos el señor. `ZP´ y sus correligionarios, los cuales ni defienden la libertad religiosa ni les importa un carajo, ya que lo que quieren es adoctrinarnos.

El Papa Benedicto XVI anuncia que dedicará las próximas audiencias a San Agustín.

El Papa Benedicto XVI anuncia que dedicará las próximas audiencias a San Agustín

ACIDIGITAL, IBLNEWS

Al retomar el tema de la relación entre Jesucristo y la Iglesia desde una perspectiva histórica, el Papa Benedicto XVI centró este miércoles su atención en la gran figura de San Agustín de Hipona, y concluyó el encuentro anunciando que dedicará las próximas audiencias generales a reflexionar en torno a la teología del gran Padre de la Iglesia.

"Luego de las fiestas de Navidad, quisiera regresar a las meditaciones sobre los Padres de la Iglesia y hablar hoy sobre el más grande de los Padres de la Iglesia latina, San Agustín", dijo el Pontífice.

"Hombre de pasión y de fe –dijo el Santo Padre–, de inteligencia altísima y de premura pastoral incansable, este gran santo y doctor de la Iglesia es frecuente conocido, al menos de nombre, incluso por quien ignora el cristianismo o no tiene familiaridad con él, porque ha dejado una huella muy profunda en la vida cultural de Occidente y de todo el mundo".

"Por su singular relevancia –prosiguió–, San Agustín ha tenido una amplia influencia, y se podría afirmar, por un lado, que todos los caminos de la lectura latina cristiana llevan a Hipona (hoy Annaba, en la costa de Argelia), el lugar de donde fue Obispo, y por otro, que desde esta ciudad del África romana, de la que Agustín fue Obispo del 395 hasta su muerte en 430, se derraman muchos otros caminos del cristianismo sucesivo y de la misma cultura occidental".

El Papa abordó luego los rasgos biográficos de San Agustín, recordando que el autor de las "Confesiones", "extraordinaria autobiografía espiritual... con una gran atención al misterio del Yo, al misterio de Dios que se esconde en el Yo", nació en Tagaste en el año 354, hijo de Patricio y Santa Mónica. Su madre lo educó en la fe cristiana, que más tarde el santo abandonó, no obstante le interesase siempre la figura de Cristo.

Agustín estudió retórica y gramática, de la que fue maestro en Cartago. En esta ciudad leyó el "Hortensius" de Cicerón, porque a pesar de haber dejado la práctica eclesial, buscaba siempre la verdad.

El libro, continuó el Santo Padre, "despertó en él el amor por la sabiduría", pero "como estaba convencido de que sin Jesús no se puede encontrar la verdad", y en el "Hortensius" no se hablaba de Cristo, comenzó a leer la Escritura.

Sin embargo, subrayó Benedicto XVI, el encuentro con la Biblia lo desilusionó, no solo porqué el estilo latino de las traducciones era tosco, sino porque "el contenido no le parecía satisfactorio. En las narraciones de las Escrituras sobre las guerras y otras peripecias humanas no encontraba ni la altura filosófica, ni el esplendor de la búsqueda de la verdad que la caracteriza".

Pero Agustín no quería vivir sin Dios y buscaba "una religión que respondiera a su deseo de verdad (...) y de acercarse a Jesús". Por eso, se sintió atraído por el maniqueísmo, cuyos seguidores se presentaban como cristianos y aseguraban que su "religión era completamente racional". Además, la moral del dualismo maniqueo atraía al futuro Obispo de Hipona, que se convenció de haber encontrado la síntesis entre "racionalidad, búsqueda de la verdad y amor a Jesucristo". Pero el maniqueísmo se demostró incapaz de resolver las dudas del santo.

El Sumo Pontífice relató luego que cuando Agustín se trasladó a Milán tomó la costumbre de escuchar las predicaciones del Obispo Ambrosio para mejorar su retórica. El Obispo de Milán enseñaba la "interpretación tipológica del Antiguo Testamento (...) que es un camino hacia Jesucristo". Fue así como Agustín "encontró la clave para entender la belleza e incluso la profundidad filosófica del Antiguo Testamento y entendió toda la unidad del misterio de Cristo en la historia y la síntesis entre filosofía, racionalidad y fe en el Logos, en Cristo Verbo eterno que se hizo carne".

Así, Agustín se convirtió al cristianismo "al final de un largo y atormentado itinerario interior" el 15 de agosto del 386, bautizándose el 24 de abril del 387. Fue ordenado presbítero en el 391 y obispo cuatro años más tarde.

"Fue –dijo el Papa– un obispo ejemplar en su incansable empeño pastoral... atendía a los pobres, se preocupaba por la formación del clero, organizaba monasterios" y en poco tiempo pasó a ser "uno de los principales representantes del cristianismo de aquellos tiempos".

Benedicto XVI recordó finalmente que Agustín "se confío a Dios todos los días, hasta el final de su vida", y poco antes de morir "pidió que escribieran con grandes letras los salmos penitenciales e hizo que los clavaran en la pared de la habitación para que durante su enfermedad pudiera leerlos". El Obispo murió el 28 de agosto del 430.

"A sus obras, a su mensaje y a su camino interior dedicaremos los próximos encuentros" concluyó el Pontífice.

Zapatero y los obispos...

ABC.es: opinion - la-tercera - Zapatero y los obispos

EN la gran manifestación a favor de la familia cristiana que los lectores saben, obispos (y arzobispos y hasta cardenales) arremetieron directamente: esa legislación (aborto, matrimonio homosexual, «divorcio exprés», etc.) va no sólo contra la doctrina cristiana, también contra los «derechos humanos». Y el 6 de enero, en un lugar que, ciertamente, no venía muy a pelo, el presidente Zapatero replicó que se trataba simplemente de «la ley», de la «democracia consolidada» y «los derechos humanos».

Aparte de anécdotas, este es un gran debate filosófico, sobre el que escribí ya en ABC a propósito del Papa Ratzinger. En suma: ¿es válido todo lo que se vota en elecciones (o votan los representantes elegidos), o hay ciertos límites, algo general humano que es intocable? Nótese que hasta Zapatero habla de «derechos humanos». Pero los subordina a las elecciones. O identifica lo uno y lo otro.

Porque véase, esto va más allá del Cristianismo o de la Democracia, lleva a tiempos en que no se habían inventado todavía. Porque los «derechos humanos» son algo previo a la democracia, también insertos, más o menos, en la democracia y en su precursora moderna (aunque grandes reparos habría que poner), la Revolución francesa. Y algo previo a la religión cristiana. Porque se trata de las famosas «leyes no escritas», que, en Sófocles, justificaban a Antígona cuando quería enterrar a su hermano frente a los edictos del tirano. El Cristianismo, a veces, no hizo otra cosa que elevar a doctrina religiosa lo que era pura humanidad, leyes no escritas. Las tomaron, también, por suyas, los demócratas y las asimilaron al voto de las mayorías, lo que no siempre es exacto. Ya lo decía el Papa. Esta es la difícil cuestión. Porque, la verdad, los derechos humanos (es decir, las «leyes no escritas») son más antiguos que la democracia. Y más antiguos, la verdad, que el Cristianismo. Por ejemplo: no sólo el derecho a la sepultura, que decía Antígona, también el derecho a la vida.

Porque el derecho a la vida, en principio, todos lo reconocen. Pero sólo en principio, las diversas culturas reconocen excepciones, «legalizaciones» de la muerte. El aborto es o sería una de esas excepciones, por decisión de la democracia o del gobierno. Y, en cuanto al matrimonio, ¿es otro «derecho humano», «ley no escrita» o no? Este es otro problema.

Vayamos por partes. Desde la fecha más antigua las más diversas sociedades han aceptado excepciones al «no matarás» que Dios dictó a Moisés. Excepciones como la militar: los vencidos en guerra eran pasados a cuchillo hasta que llegaron las no siempre cumplidas leyes de guerra, la convención de Ginebra; la mujeres pasaban al lecho de los vencedores. Había la excepción judicial: la pena de muerte, en tantos lugares. La excepción religiosa: las víctimas sacrificadas, parece que en Grecia y otros lugares en la edad más arcaica, sin duda en el Méjico y el Perú prehispánicos, toda la comunidad recogía frutos y prosperidad de aquellas víctimas engalanadas (entre ellas los españoles precipitados, tras arrancarles el corazón, por las gradas del templo mayor de México).

En fin, no insistamos en la Inquisición (católica y protestante) y sus hogueras.

Y había la excepción de los niños deformes en Esparta, precipitados desde el Taigeto; y la de las niñas en China; y la de los viejos ya inútiles en tantos lugares. Hay el cuento circasiano del joven que había llevado al padre al pie de un árbol, para abandonarlo a la muerte, como era costumbre. Y el padre rió. «¿De qué te ríes?». -«Me acuerdo de cuando yo llevé a mi padre para hacerle esto mismo». El hijo tuvo piedad. Pero ahora la eutanasia es, parece, progresiva.

El aborto es otra excepción más o menos consentida a lo largo de los tiempos.

La cuestión es esta. Lo que llaman el avance de la civilización o el progreso o la democracia, como quieran, ha tendido a borrar muchas de estas excepciones. También entre los cristianos, a partir de un momento. Se ven con horror los sacrificios y condenas de tipo religioso, los de niños y niñas y viejos deformes. Se condena la pena de muerte. Se abomina de las guerras (aunque resurgen por doquier). Parece que todo eso va contra la religión y contra el progreso. En esto, al menos, estamos de acuerdo.

Y, sin embargo, hay campañas que no cesan a favor de la eutanasia y del aborto. ¿Es esto progresista? Parece que, para algunos, sí. Los demás nos quedamos estupefactos. No podemos ni creerlo. Ni que entre en las leyes, más o menos, ni que algunos obtengan beneficios económicos. Pero así es.

El aborto, salvo en casos realmente clínicos, es algo inhumano. Puede haber a su favor, en algún caso, semijustificaciones económicas, sociales (no muchas, ya no hay aquel estigma social). Normalmente, no las hay. La vida debe tener prioridad. Esto es lo moral: en moral religiosa, en moral laica. Las segundas víctimas, que son las madres, son las que más sufren. ¿Es esto progresista?

Y socialmente hablando, 100.000 españoles menos al año, más los que se evitan de mil otras maneras, dejan un hueco que sólo los emigrantes llenan. Nuestra nación decae. Vean Vds., esta que hago es una proclama que puede titularse religiosa pero, también, simplemente humana. Simplemente social. No vale la pena arrostrar todo esto por un puñado de votos. Esto es lo que intento: hacer ver que el Cristianismo y sus portavoces no hacen otra cosa, en este caso, que seguir a una moralidad simplemente humana. Que ellos contribuyen a defender, sacralizándola. Y que está más allá de los votos, los votos no pueden abrogarla. No pueden negar el día o la noche.

Hay otros temas de discrepancia, el matrimonio entre ellos. Los obispos -y los más- no aceptan el llamado matrimonio homosexual. No cabe en la definición del matrimonio en el Diccionario, léanlo. Se puede tener en consideración a los contrayentes de ese especial matrimonio, no regatearles derechos, pero la palabra «matrimonio» no encaja. Lo saben todos.

Ahora bien, el matrimonio que es, hoy, cristiano (al tiempo que un hecho social), me gustaría puntualizar que no sólo es cristiano. No voy a englobarlo, como en los casos anteriores, entre los «derechos del hombre», las «leyes no escritas». Pero es, en todo caso, anterior al cristianismo. Propio de diversas sociedades patriarcales, de los griegos a los musulmanes, con diferencias, cierto. Los griegos se lo atribuían al mítico rey Codro, que habría intentado, con ello, poner coto a la también mítica anarquía sexual. Se intentaba, también, saber de qué padre era hijo cada cual. Esta es la cuestión. Si no les gusta, atribuyan mis palabras a Codro.

Los cristianos (y los griegos desde cierto momento) introdujeron una humanización del matrimonio, también el tema del amor, además del tema de la generación y la familia. Es un tema complejo y no voy aquí a desarrollarlo.

El matrimonio implica amor, ayuda, pérdida de libertad también. Esfuerzo, ponerse a uno por detrás de las cosas comunes. Todo esto es cristiano y fue, desde antes, humano. Merece un respeto. Es un bien social para el país.

En suma: lo cristiano es continuación, culminación, de algo que es simplemente humano o desarrollo humano. Demolerlo en nombre de una ley o de un Gobierno o de unos votos que son transitorios (y que, sin duda, no se pidieron para esto) no parece razonable. La vida de una sociedad, la de una nación, son largas. No las tronchemos por conseguir el favor de pequeños grupos. Los votos no abren una veda para todo.

Esto es lo que quería comentar. Detrás de un episodio electoral y un episodio religioso hay un episodio filosófico. Los votos no pueden decidirlo todo.

FRANCISCO RODRÍGUEZ ADRADOS
de las Reales Academias Española y de la Historia

Budismo, entre humo y cervezas...

BBC Mundo | Cultura y Sociedad | Budismo, entre humo y cervezas

Los monjes y sacerdotes de todo el mundo suelen preguntarse qué hacer para aumentar el atractivo de sus religiones entre las generaciones más jóvenes.

En sociedades en que la vida es mucho más rápida que en épocas anteriores, donde las ciudades están superpobladas y las familias dispersas, los ritos religiosos de antaño no parecen tener gran importancia.

Pero, en Japón, un grupo de monjes budistas está tratando de cambiar esa situación.

Los religiosos se las han arreglado para presentarse con frecuencia en un bar de jazz, donde tratan de iluminar y de entretener a los demás.

Humo

El Chippy Sound Music Bar es pequeño y está lleno de humo, no de incienso, sino de cigarro.

Hay cerveza fría a granel y se escucha una grabación de un cantante bastante melódico y chic en los altoparlantes.

Éste no es el tipo de lugar donde uno normalmente esperaría encontrarse a un trío de monjes.

Pero Hogen Natori y sus dos amigos están convencidos de que es tan bueno como cualquier otro para difundir el mensaje del budismo.

Mientras avanzan hacia el escenario, tocan una campanilla.

Los usuarios del bar, que no son muchos, se callan.

Shomyo

Entonces los monjes comienzan a entonar sus cantos y el espacio se llena de melodías misteriosamente evocadoras.

Se trata del Shomyo, un tipo de canto budista que sólo existe en Japón.

Uno podría calificar a esta presentación como "budismo desnatado". Después de todo, es un espectáculo, no un sermón.

Al finalizar la primera sesión, que dura unos 20 minutos, los monjes se sientan con el público para compartir un trago y conversar un poco.

Uno de ellos saca un paquete de globos de su bolsillo y comienza a inflarlos, en forma de flores, para regalárselos a algunas de las señoras mayores que están en el bar.

Enseñanza

"Muchos japoneses no quieren ir a los templos", dice Hogen Natori, quien ha encendido un cigarro, junto a la barra, donde conversa con los bebedores.

"Creen que el budismo es muy difícil, profundo y serio, pero el budismo es mucho más que eso. Es fascinante y hasta divertido. Ése es el tipo de enseñanza que quiero difundir", añade.

En su opinión, la gente es más receptiva en un bar, mientras beben con sus amigos.

El público los acoge con calidez. Algunas de las personas presentes son un poco mayores de lo que uno esperaría encontrar normalmente en un lugar como éste, pero a todas luces están fascinadas por los jóvenes monjes.

"Fue maravilloso", dice una mujer, "es la primera vez que vengo, pero me alegro mucho de haberlo hecho. El canto fue excelente y muy próximo. Me encantó".

Un hombre, que también vino por primera vez, quedó igualmente impresionado: "Es extraordinario. El Shomyo sonó muy bien. Me siento super relajado", dijo.

Controversia

Los monjes señalan que su decisión de actuar en bares como éste ha molestado a algunos budistas.

Una mujer dijo que ellos no deberían "rebajarse" de esta manera.

"¿Tiene algún mensaje para sus críticos?", le pregunto a Hogen Natori.

"Vengan y acompáñennos", responde, "estamos diciéndole a la gente lo que es el budismo, lo que son los monjes".

"Cuando escuchan nuestros cantos, parecen sentir un gran alivio. ¡Que bueno!", añade.

Ya es hora de que comience la segunda sesión.

De nuevo el silencio y otra vez los evocadores cantos de antaño, mientras los tres monjes, con sus hábitos grises y sus cabezas afeitadas, se arrodillan frente a nosotros y comparten su fe con los bebedores.


Budismo y política

Budismo y política

Por Francisco Miró Quesada Rada. Politólogo

En setiembre del año pasado los monjes budistas de Myanmar, antes Birmania, encabezaron una serie de movimientos populares contra la dictadura militar que azota este país. Las manifestaciones de los budistas, como tenía que ser, fueron pacíficas y sufrieron la represión de la dictadura, un hecho que consternó a la opinión pública mundial. Sin embargo, pese a la presión de la ONU, los militares todavía se mantienen en el poder.

A lo largo de la historia de este país han existido relaciones constantes entre el budismo y la política. Cuando se independiza de la dominación colonial del Reino Unido, U-Nu, su primer presidente, elaboró un programa que denominó "socialismo budista". Sostuvo que un auténtico Estado socialista tenía por finalidad promover la igualdad entre todos los seres humanos, desaprobar la codicia, pero a la vez proporcionar tiempo libre para que los ciudadanos pudieran dedicarse a la meditación y buscar el nirvana, la liberación permanente entre el ciclo eterno de muerte y el renacimiento. Este presidente, que mezcló las enseñanzas del budismo con el socialismo, fue derrocado por el Ejército en 1962 y huyó a la India, para luego retornar a su país y convertirse en monje budista.

Un caso extraordinario en la aplicación de los principios budistas a los asuntos seglares es el de Aung-San-Suu kyi, quien se opuso a la dictadura y es considerada una de las principales defensoras de los derechos humanos. Esta lideresa de Myanmar fue galardonada con el Premio Nobel de la Paz en 1991. En su obra "Liberación del miedo" propone una democracia moderna, el respeto por los derechos humanos y los valores budistas tradicionales como la verdad, valentía, rectitud y bondad.

Si bien esta relación entre el budismo y la política se está manifestando con mayor énfasis en la actualidad, ha sido una constante en la historia de los países budistas. El emperador hindú Asoka (268 al 239 a.C.), de la dinastía Maurya, una especie de Constantino hindú, se convirtió explícita y públicamente al budismo y lo extendió más allá de sus fronteras. Se cree que Menandro, uno de los reyes helénicos de Asia Central, sucesor de Alejandro El Magno, se convirtió al budismo. El príncipe japonés Sotuku declaró el budismo religión oficial de la corte Yamoto durante el 592 de nuestra era.

De todos los linajes reales budistas, el tailandés, antes reino de Siam, ha sobrevivido con mayor vigor. Tailandia fue el único país del sudeste asiático que no sufrió la dominación del colonialismo occidental, situación que permitió a su monarquía tener una estable continuidad para construir su propio camino hacia la modernización. Uno de sus monarcas promocionó una forma de budismo compatible con la ciencia occidental moderna.

Así como el budismo en algunos casos es creencia oficial, en otros ha sido perseguido, tal como sucede con el Dalai Lama tibetano, el decimocuarto entre los líderes religiosos y seculares del Tíbet, que recibió el Premio Nobel de la Paz.

Llama gratamente la atención cómo en la era de la globalización el budismo se está adecuando a los cambios, pero manteniendo su esencia, y que los monjes budistas encabecen la lucha a favor de la democracia, una forma política creada por Occidente.

El budismo como liberación...

El budismo como liberación :: Firmas Invitadas :: DiarioDigitalRD.com - Noticias Republica Dominicana

RANGÚN, ene (IPS) - En lugar de manifestarse en las calles, como en agosto y septiembre, los opositores a la dictadura de Birmania asisten ahora a multitudinarias "asambleas de dhamma", reuniones de carácter religioso para reflexionar sobre las enseñanzas de Buda.

Cientos y hasta miles de personas se atienden en estas asambleas a sermones sobre ética pronunciados por algunos de los monjes más prominentes del país.

Es que cada vez con más frecuencia, los monjes aprovechan la oportunidad para dar consejos políticos y criticar indirectamente a la junta gobernante.

"Dhamma" significa "enseñanzas de Buda". Por lo tanto, es común que los sermones aludan a lecciones de la vida del fundador de esta religión, mayoritaria en Birmania, para reforzar el mensaje político.

Las asambleas de dhamma, que se realizan por las noches y suelen durar dos horas, congregan a multitudes. Una, celebrada el 29 de diciembre en el municipio de Tarmawe, atrajo a cerca de 3.000 personas. Otra, en la Universidad de Rangún, convocó a una cantidad similar de seguidores.

Una charla religiosa realizada a mediados de diciembre en una campo de fútbol de una escuela secundaria estatal del municipio de Insein terminó convirtiéndose en una de las reuniones más grandes, con cerca de 20.000 concurrentes.

Algunos sermones también son divulgados a través de una incipiente industria de discos compactos que copia y distribuye algunos de los sermones más provocativos. La última colección que se ofrece en Rangún incluye el contenido de 19 asambleas de dhamma.

"He estado ocupado copiando y enviando estos discos compactos a otros pueblos, aunque me cuesta dinero", dijo a IPS un monje de Rangún que solicitó reserva de su identidad.

En Birmania también circulan discos de vídeo compacto en los que comediantes conocidos por sus actuaciones en los festivales habituales en noviembre tomaron a la junta militar como blanco de burlas.

La junta lanzó una predecible contraofensiva para impedir estas manifestaciones de humor. Retiró el permiso para un espectáculo público que un grupo de comediantes realizaría el 3 de este mes en el parque Kan Taw Gyi, para el cual ya se habían impreso las entradas y emitido publicidad.

Este tipo de actos de censura es común en un país cuyo régimen militar cobró notoriedad por sofocar la libertad de expresión, encarcelar a disidentes y someter a arresto domiciliario durante 12 años a la líder del movimiento democrático y premio Nobel de la Paz Aung San Suu Kyi.

La comunidad internacional también condenó a la junta militar por someter a minorías étnicas a trabajo forzado, por usar la violación de mujeres como método represivo e interferir con programas humanitarios.

A mediados de agosto pasado, se realizaron en todo el país pequeñas protestas luego de que la junta aumentó 500 por ciento el precio del combustible, inesperadamente. Para muchos birmanos, esa medida significó pasar hambre todos los días.

Para fines de septiembre, decenas de miles de ciudadanos comunes salían a las calles de Rangún para participar en inéditas protestas. Las manifestaciones fueron lideradas por los respetados monjes de esta nación budista.

Pero entonces llegó la brutal ofensiva de la junta. Soldados armados y policías antidisturbios atacaron a civiles desarmados, entre ellos a los propios monjes.

Un investigador de la Organización de las Naciones Unidas señaló que murieron al menos 31 personas. Organizaciones disidentes situaron la cifra de muertos en unos 200. Además, 650 monjes y civiles fueron arrestados en cárceles donde la tortura y el abuso es rampante.

Desde entonces, con las asambleas de dhamma, surgieron señales de que tan breve atisbo de libertad no se extinguió.

Pero esas reuniones religiosas y los discos compactos en circulación pueden servir como indicadores de una creciente indignación opositora que la junta militar no podrá eliminar apelando a la represión..

Algunos activistas dicen que este enojo podría estallar este año, en una repetición de lo ocurrido en septiembre o bajo una forma diferente.

Un monje radicado en Rangún señaló que un camión militar se encuentra estacionado cerca de su monasterio desde Año Nuevo y que aumentó la presencia de soldados desempeñándose en el área.

El 4 de este mes, cuando se cumplían 60 años de la independencia, la calle principal de la ex capital, Rangún, estuvo cerrada durante dos horas.

En otras partes de esta ciudad de ruinosos edificios de la era colonial británica, oficiales de seguridad vestidos de civil y funcionarios municipales se hicieron visibles en las calles para controlar cualquier posible protesta contra la junta militar.

Cerca de la calle Sule Pagoda, donde manifestantes por la democracia marcharon en septiembre, hicieron guardia miembros de la temida policía antidisturbios.

El escenario indignó a un conferencista universitario birmano de 40 años. "No siento ninguna libertad, especialmente en estos días. Me pregunto si nuestro país realmente se independizó. Yo realmente quiero sentir libertad", expresó. (FIN/2008)

La religión "verdadera"

La religión "verdadera" · ELPAÍS.com

Si crees que la religión católica es la 'verdadera', debes apechugar con las consecuencias. Un presidente de "piel canela" sería una insólita ruptura paradigmática.

Por qué provocan tanto revuelo las manifestaciones convocadas por los prelados de la Iglesia católica? El Gobierno y el PSOE llevan mal los disgustos que durante esta legislatura les han proporcionado los jefes de la Iglesia verdadera. El calificativo que atribuyo a la Iglesia católica encierra la respuesta a la pregunta del inicio. Efectivamente, nadie puede ignorar lo que han sido veinte siglos de fe y creencias inspiradas en la doctrina impartida desde Roma y seguida a pies juntillas en los países de nuestro entorno, con variantes que no se apartan en lo sustancial de los dogmas principales del cristianismo. Con esa doctrina nuestros padres, abuelos y tatarabuelos se bautizaron, hicieron la primera comunión, se casaron y murieron.

Cada vez que los obispos y cardenales han salido a la calle a defender lo que siempre han defendido -lo extraño sería que comulgaran con "ruedas de molino"-, siempre ha habido un socialista dispuesto a indignarse después de hacer pública profesión en la fe de los prelados escandalizadores. Algunos se duelen de que a los socialistas, y no al PP, los jefes de esa Iglesia les recriminen sus leyes y sus apuestas por la moral y la libertad, sin llegar a entender que en cuestiones de moral y de fe cristiana, la voz de un socialista que se reclama católico o cristiano es una voz en la Iglesia Católica, mientras que la voz de los obispos y cardenales es la voz de la Iglesia.

La Iglesia católica cuando habla de verdad lo hace a través de sus portavoces cualificados, mientras que los católicos que hablan -sean de izquierdas o de derechas- simplemente transmiten opiniones personales que, pudiendo estar más o menos próximas a la verdad oficial, no dejan de ser variantes sobre lo accidental, ya que en lo importante y sustancial todos están de acuerdo (Dios creó el mundo, la resurrección de los muertos, Dios hecho hombre para la salvación de la humanidad...).

Hay dos formas de situarse ante quien ostenta el poder en toda organización humana, y más en una divina: o se acepta o se enfrenta; o se está a favor de quienes lo ejercen o se está en contra. Normalmente, la derecha política democrática acepta y está a favor del poder de la Iglesia católica; por el contrario, la izquierda socialista tiene la tendencia a enfrentarlo y a ponerse en contra. Pero ese enfrentamiento nunca acaba en ruptura porque, en el fondo, la mayoría de sus votantes y militantes saben que se están posicionando contra la única y verdadera religión. El atavismo de siglos hace su aparición en la mayoría de ellos que asisten perplejos a posturas doctrinarias que creían que su iglesia verdadera había superado, pero, cuando se encuentran con la virulencia de los más aguerridos prelados, no dejan de pensar en lo más íntimo de su alma (¿en dónde si no?) que lo que defienden sus jefes es lo que da sustento a la parte más comprensible de la Iglesia verdadera.

Que obispos y cardenales se opongan a la posibilidad cierta y legal de romper el sacramento del matrimonio, o a interrumpir lo que la Iglesia siempre ha considerado vida, o a equiparar a una pareja de homosexuales con la familia que ellos han bendecido, entra dentro de las verdades más esenciales de la moral católica; legislar desde esa posición en sentido contrario no deja de ser un juego arriesgado en el que siempre llevarán la peor parte los que creen en la fe católica pero llevan al Boletín Oficial del Estado disposiciones que vulneran claramente esa fe y esa moral que ellos dicen tener y practicar.

A los legisladores católicos no les molesta tanto que los representantes de otras religiones -no verdaderas- hagan pronunciamientos monstruosos sobre el terrorismo, por ejemplo; lo que molesta, hiere y duele es que sean algunos de los de la religión -verdadera, por supuesto- los que hagan declaraciones setieninas intolerables. Que doscientas mil personas en un frío domingo madrileño, acompañados de guitarristas y pantallas de plasma gigantes, pongan de los nervios a los gobernantes de este querido país, no deja de ser sólo la consecuencia de que lo que allí se cantó y allí se oyó y vio es lo que llevamos escuchando a lo largo de toda la historia. Allí estaban los obispos y cardenales de la religión verdadera y eso no es poca cosa para los que, desde la política, se acercan a las tribunas a proclamar, desde su fe en esa religión, sus discrepancias con la voz de la Iglesia.

¿Cuál hubiera sido la respuesta de políticos, gobernantes y periodistas si, en lugar de juntarse dos cientos de miles de adeptos y jefes de la Iglesia verdadera, se hubieran reunido cinco millones de fieles y jefes de otras religiones -falsas, por supuesto-, reclamando al poder institucional que se legisle para despenalizar la ablación de clítoris o que se impida a los profesionales de nuestro sistema sanitario transfusiones de sangre a enfermos que no lo autoricen por sus creencias religiosas -falsas, evidentemente-? El Gobierno hubiera sonreído, la prensa los hubiera ignorado o minimizado y los legisladores se hubieran aprestado a llenar más la mochila de nuestros escolares con otra asignatura alternativa a la de la religión verdadera. Lo dicho, o todas falsas o todas verdaderas; pero mientras sigamos considerando verdadera a una sola de ellas, los que la acepten como tal que apechuguen con las consecuencias.

Juan Carlos Rodríguez Ibarra
ha sido presidente de la Junta de Extremadura.

Valores religiosos en los pueblos del siglo XXI

ABC.es: opinion - la-tercera - Valores religiosos en los pueblos del siglo XXI

Recientemente la TV nos transmitió el acto de toma de posesión de la nueva presidenta de la República Argentina. Fue un juramento de estilo clásico, con expresas invocaciones a la protección de Dios. Pocos días después pudimos contemplar, también en las pantallas de la televisión, la llegada a La Meca de centenares de miles de peregrinos de la religión islámica. Y en las páginas del espléndido libro de Francis S. Collins, titulado «¿Cómo habla Dios?», el famoso médico genetista, premio Príncipe de Asturias de Investigación Científica, nos relata una escena en la Casa Blanca de Washington donde el presidente Clinton pronunció las siguientes palabras: «Hoy estamos aprendiendo el lenguaje con el que Dios creó la vida. Estamos llenándonos aún más de asombro por la complejidad, la belleza y la maravilla del más divino y sagrado regalo de Dios».

Fue el momento de la entrega oficial del primer mapa del genoma humano, cuando apenas habían transcurrido seis meses del inicio del nuevo milenio.

¿Puede afirmarse, no obstante estos testimonios, que en el siglo XXI la religión ha desaparecido del comportamiento de los seres humanos? ¿Nos hallamos, acaso, en una sociedad de descreídos? ¿No asistimos, por el contrario, a un renacimiento del sentimiento religioso?

En España son relativamente frecuentes las opiniones enmarcadas por lo que sucede en Francia, nuestra vecina del norte. Allí, al otro lado de los Pirineos, se ha oficializado el Estado laico. (Un laicismo ciertamente flexible, según la interpretación de Carbonnier). Pero flexible o rígido es un caso raro en el panorama mundial, donde son numerosos los Estados confesionales y donde también abundan los simplemente aconfesionales, que es la receta adoptada por la Constitución Española de 1978.

El debate público sobre el valor de lo religioso resulta bastante confuso entre nosotros. Algunos emplean la palabra «laicidad», que no figura en el Diccionario de la Real Academia Española. La influencia francesa es determinante. Nuestro Diccionario, en cambio, acoge el término «laicismo», entendido como «la doctrina que defiende la independencia del hombre o de la sociedad, y más particularmente del Estado, respecto de cualquier organización o confesión religiosa».

Sin embargo se advierten diferencias entre quienes se pronuncian a favor del laicismo. Para unos el laicismo es pura neutralidad del Estado ante el hecho religioso, mientras que para otros el laicismo comporta una actitud de enfrentamiento a las Iglesias, en España la beligerancia contra la Iglesia Católica. Sería el «laicismo radical» que a veces menciona el cardenal Rouco Varela.

En este ambiente de ideas poco claras hay que recordar lo que se proclama en el artículo 16.3 de la Constitución: «Ninguna confesión tendrá carácter estatal. Los poderes públicos tendrán en cuenta las creencias religiosas de la sociedad española y mantendrán las consiguientes relaciones de cooperación con la Iglesia Católica y las demás confesiones».

El texto es inequívoco. No se niega la existencia de valores religiosos en el pueblo español. Y no se propugna un enfrentamiento de los poderes públicos con las distintas confesiones, sino la cooperación con las Iglesias, haciendo una expresa referencia a la Iglesia Católica, dada su preeminencia indiscutible, tanto en el ayer como en el hoy del pueblo español.

El nuestro no es un Estado laico, sino aconfesional, que encaja perfectamente en el panorama mundial. En este paisaje ecuménico se ha producido una reaparición pujante de las fuerzas político-religiosas, de forma especial a partir de 1977, fecha de la revolución iraniana.

Se ha modificado lo que fue el mundo en la primera mitad del siglo XX. Hemos asistido ahora a la debilitación de las utopías y a la caída del imperialismo soviético. El 11 de septiembre del año 2001 es una fecha simbólica para describir el doloroso enfrentamiento de las democracias occidentales y el mundo árabe-musulmán. Y motivos religiosos anidan en la rivalidad entre India y Pakistán, así como en los permanentes conflictos bélicos del Próximo Oriente.

Se llega a la convicción de que bajo el escombro de las utopías los pueblos redescubren que la religión es la pasión más fuerte: religión y nacionalismo. Empieza a valorarse lo que un pensador se atrevió a pronosticar hace más de cincuenta años: «El siglo XXI será religioso o no será».

Pero no es sólo en tierras lejanas donde el laicismo se debilita o desaparece. No debemos olvidar que el anglicanismo en Inglaterra y el prebisterianismo en Escocia son Iglesias establecidas, al tiempo que en Dinamarca el luteranismo es la religión del Estado. El profesor belga Guy Haarscher insiste en esto.

Una consideración especial hay que hacer sobre lo que sucede en los Estados Unidos de América. Allí se aprecia y respeta el muro de separación entre la acción estatal y la conciencia personal. La doctrina de Jefferson sigue vigente, así como la Primera Enmienda a la Constitución: «El Congreso no podrá aprobar ninguna ley conducente al establecimiento de religión alguna, ni a prohibir el ejercicio de ninguna de ellas...»

La presencia de Dios, sin embargo, es constante en las manifestaciones oficiales norteamericanas. Antes recordé las palabras de Clinton en la presentación pública del mapa del genoma humano. Y cualquier asistente a los actos políticos más relevantes de aquella República tiene la oportunidad de recibir la bendición de los representantes de la media docena de las Iglesias de presencia destacada.

En una caracterización global de cuanto tenemos delante diríamos que los Estados son a veces laicos, pero las sociedades que ellos organizan son religiosas.

Nos sirve esta caracterización para los Estados Unidos y para otros Estados del mundo actual. Si en el siglo XX se definía el momento de los pueblos con la presencia en ellos de una «lucha de clases», convertida en motor de la historia, en el siglo XXI no es tal enfrentamiento el que puede definir la situación, sino que la conflictividad entre las confesiones religiosas impulsan los movimientos -a veces armados- de los pueblos.

No es el laicismo, en suma, la doctrina predominante en el siglo XXI. Menos aún ese laicismo radical que, en España, algunos intentan instaurar.

MANUEL JIMÉNEZ DE PARGA
de la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas

Efemérides día 11 de Enero.

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