Alma (Citas) VII...

Si fuese en nuestro poder
tornar la cara fermosa
corporal,
como podemos hacer
el alma tan gloriosa
angelical,
¡qué diligencia tan viva
tuviéramos cada hora,
y tan presta,
en componer la cativa,
dejándonos la señora
descompuesta!

J. Manrique, Coplas a la muerte de su padre.

¿Qué le aprovecha al hombre ganar todo el mundo si pierde su alma? ¿O qué podrá dar el hombre a cambio de su alma?

San Mateo, Evangelio, cap.XVI, v.26

Incluso la pasión culpable nos descubre siempre el misterio de un alma, y toda una vida de estigmas no altera el esplendor de un ser tal como nos lo brinda el amor.

F. Mauriac, El fin de la noche, VII

Millones de espíritus cruzan invisibles por la tierra, ora cuando estamos despiertos, ora cuando dormimos.

J. Milton, The Paradise Lost, IV, v.677

Yo os ruego que os defendáis, en la milicia de la vida, contra la mutilación de vuestro espíritu por la tiranía de un objetivo único e interesado. No entreguéis nunca a la utilidad o a la pasión sino una parte de vosotros.

J.E. Rodó, Ariel.

El alma es antípoda del cuerpo, y así amanece para ella cuando anochece para él.

J. Rufo, Apotegmas.

El ánima en el sosiego y quietud se hace sabia.

Dª O. Sabuco, Coloquio del conocimiento de sí mismo, LVIII

Es el propio espíritu quien se fabrica el cuerpo.

F. Schiller, Wallensteins Tod, 3, 13.

Las más excelsas, las más variadas y duraderas alegrías son las espirituales.

A. Schopenhauer, Aphorismen zur Lebensweisheit, I

Las almas que han respetado su origen celestial ven franca la entrada del cielo.

Silio Itálico, De bello Punico, lib.XV

La mayoría de la gente vende su alma y vive con conciencia tranquila del producto de la venta.

L.P. Smith, Afterhoughts.

El alma humana es un harpa silenciosa en el coro de Dios; un harpa cuyas cuerdas sólo necesitan ser agitadas por el aliento divino para dar un sonido acorde con las armonías de la creación.

H.D. Thoreau, Journal (10 agosto 1838)

Los hombres deben escoger entre la vida y la muerte. La vida consiste en el espíritu; la muerte, en la carne. La vida del espíritu es el bien, la luz; la vida de la carne es el mal, las tinieblas.

L. Tolstoi, Mi evangelio.

En cuerpos pequeños se agitan almas muy grandes.

Virgilio, Geórgicas, IV, 83.