martes, 15 de enero de 2008

El nacional catolicismo peca al pasar factura a la Constitución...

La Opinión de Tenerife - La Opinion de los lectores - El nacional catolicismo peca al pasar factura a la Constitución

La iglesia católica, su cúpula, y muchos curas después de casi cinco décadas alineados, conchabados y protegiendo procedimientos sumarísimos que llevaron a la tumba a miles de ciudadanos, hasta que el pueblo soberano decidió dejar en la estacada a las huestes del PP, ahora se sienten incómodos por leyes que procedían de legislaturas anteriores y que no fueron derogadas por el Gobierno de Aznar, como la ley abortista, lo hicieron el pasado domingo con esa manifestación contra el Gobierno. Nos tocó tener que oír y ver por TVE, apoyados por un Sumo sacerdote alemán, hoy el papa de todos los católicos. Alguno de los discursos de los obispos de la Conferencia Episcopal por, según ellos un laicismo radical, amenazan con la posible disolución de la Democracia, en lo que los muy cretinos están interesadísimos. Eso es lo que les conviene y están deseando para implantarnos un régimen autoritario y de pensamiento único. ¡No les caerá esa breva!

Verdaderas manadas de auténticos malvados y ruínes, engañando y manipulando a sus feligreses en un auténtico alarde de fuerza para intentar cargarse el Estado de Derecho, al igual que viene haciendo ese mal monaguillo del PP, cual es el tal Alcaraz, un totorota siempre presto y al servicio de sus amos para ir contra todo lo que se mueva de libertades e ir contra lo que se debe respetar como son las leyes del país, si son democráticas, y en esta país que vivimos Desde 1978 los curas deben enterarse que hasta en la Biblia se habla del respeto a las leyes cuando leemos: dar a Dios lo que es de Dios y al césar lo que es del césar... pero lamentablemente estos clérigos se llevan años anunciando el Apocalipsis y pisoteando el evangelio de Cristo, haciendo de su capa un sayo e interpretando los leyes a su aire, pasando por alto que todos, ciudadanos y clero debemos obedecer, honrar y sostener la ley, si es democrática.

Decían asimismo, los obispos más radicales de filosofía franquista, que trabajar por la familia es trabajar por el ser humano pero a lo que nosotros como cristianos, al igual que los católicos, trabajamos por y para la familia, con la diferencia que lo hacemos desde el respeto a los Derechos Humanos y al Estado de Derecho y, por tanto, a la Constitución que todos, el pueblo soberano nos otorgamos, pese a los deseos de involución de ese sector insignificante de la iglesia católica que están por el poder omnímodo de una teocracia desfasada en línea con los caprichitos de unos curas que a sabiendas que la Carta Magna contempla la legalidad de todas las religiones, las religiones cristianas, judía, además de la católica y la también fundamentalista musulmana y ahora, lamentablemernte, intentan actuar como auténticos torquemadas del siglo 21, en una perdida absoluto de respetó a los demás, a los que opinamos de manera diferente, con pensamiento pluralista por supuesto, contrario a todos aquellos que recordando las manifestaciones del dictador en la Plaza de Oriente, reúnen a sus prosélitos, en puro mimetismo en la Plaza Colón, en defensa del ultra nacional catolicismo, perdiendo por la soberbia que utilizan, toda credibilidad con actos de este tipo en alardes de lo inicuo, injusto yendo contra las leyes que aprobó el parlamento, como representantes de la voluntad soberana en 1985, cual es la Ley del Aborto, a la que en 8 legislaturas del PP., mantuvieron y no derogaron.

¿Por qué es ahora cuando se manifiestan y no antes? ¡Raro, raro, raro...!

Que asimismo, de manera reaccionaria la Conferencia Episcopal condene la Enseñanza que posibilita el que nuestros hijos y nietos aprendan a ser más humanos y se pueda elegir dentro del conjunto de disciplinas relacionadas con el humanismo y la cultura, incluido la religión aunque no precisamente y en exclusiva la católica, pese a que los muy ladinos lo pongan en duda, clama al cielo y ofende nuestros más íntimos sentimientos y formación cristiana y, además, nos permitimos recordar que la carta Magna en su artículo 27, garantiza la libertad de Enseñanza, por lo que no se puede ir contra el arigón como acostumbran.

Y como en determinado medio de la COPE en esta ínsula hemos oído a su "ínclito" director largando soflamas contra los ciudadanos que no coincidimos en muchas de las cuestiones que él defiende, y al interpretar que son casi del tono golpista de esa derechona que no se resigna a decirnos como debemos caminar, desde que somos ciudadanos libres gracias a vivir en un estado de derechos y obligaciones, tenemos el deber de denunciarlo, para que se modere y deje de ser servil, lo que parece agradarle.

Y como no podía ser menos cuanto echamos en falta al cura Siverio, director que fuera de este medio en La Laguna, por su encaje, saber estar y aguantar, reuniendo mejores méritos, y aceptar siempre con la mejor sonrisa, el papel de segundón en un medio de la Iglesia, dejando para otros el lucimiento personal, asumiendo para si el trabajo más duro y mostrando coherencia doctrinal a través de las ondas, llevando el evangelio a su pueblo, el pueblo de Dios, de manera diferente a la del presente.

Esas pretensiones de aducirnos, tendrán contundente respuesta por parte de la soberanía popular el 9 de marzo en las urnas, de donde debe salir un Gobierno capaz de anular el Concordato y la posibilidad de una nueva desamortización a lo Mendizábal, para que la inmensa mayoría de las propiedades de la Iglesia que mantiene el pueblo con el sacrificio de sus dineros, vuelvan a éste y se les acabe el cuento y la prepotencia de una vez por todas, de quienes aún se creen portadores de nuestros destinos en lo universal, dando pésimos ejemplos de los principios morales que engañosamente pretenden creamos que defienden.

Y como las falsedades de la Conferencia episcopal rayan en lo inicuo deseamos dejarles lo siguiente del Evangelio: El deber del maestro (sacerdote) es velar y cuidar que no haya iniquidad en la Iglesia, ni aspereza entre uno y otro, ni mentira, ni calumnias, ni mal decir: deben sin embargo, amonestar, exhortar, enseñar e invitar a todos a venir a Cristo. AMÉN

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