lunes, 21 de enero de 2008

Sarkozy reinstala a Dios y la religión en el proyecto diplomático francés.

JUAN PEDRO QUIÑONERO, CORRESPONSAL. PARÍS.

Nicolas Sarkozy reinstala a Dios y la religión en el proyecto diplomático francés, confirmando la reorientación de su política en cuatro ejes centrales: relanzar la UE, consolidar el puesto de Francia en la OTAN, «aumentar» la dimensión humanitaria de la diplomacia nacional, y poner tal estrategia al servicio de los intereses nacionales.

El presidente de la República aprovechó la ceremonia anual de la presentación de sus mejores deseos al cuerpo diplomático para insistir en estos dos puntos capitales: «Clima y religión son los dos grandes desafíos del siglo XXI».

Durante su reciente visita al Vaticano, el presidente francés había insistido en la importancia de la religión en la vida cívica. En Arabia Saudí, Sarkozy volvió a insistir en el puesto de la religión en la vida de los pueblos. La tarde del miércoles, Sarkozy recibió a los representantes de todos los cultos y religiones presentes en Francia, católicos, judíos, musulmanes, protestantes, ortodoxos, para confirmarles su visión oficial de su concepción laica del Estado: «Respeto de todas las sensibilidades espirituales, para facilitar el diálogo».

Ayer, Sarkozy matizó tal visión personal desde una óptica diplomática: «Es una realidad palmaria la vuelta de los religioso en todas nuestras sociedades, que ya había predicho, en su tiempo, André Malraux. El presidente citó las palabras del pensador francés: «El siglo XXI será religioso o no será». Mi convicción es que la religión, la espiritualidad, ocupa una parte esencial en la estructuración de la sociedad internacional del siglo XXI. Y esa importancia de la religión en la estructuración de la nueva realidad internacional quizá sea más profunda que las realidades ideológicas durante el siglo XX».

Sarkozy ya subrayó, en su día, la importancia de la religión cristiana en la formación de Francia. Su visión del puesto de la religión en la nueva sociedad internacional deja en suspenso las relaciones entre el cristianismo, el islam, el judaísmo, y otras religiones.

Se trata de una novedad radical en la acción diplomática de Francia. A juicio del presidente Sarkozy, la religión, el clima y los desequilibrios ecológicos «son los dos grandes desafíos del siglo XXI».

En un plano mucho menos espiritual, el presidente francés recordó al cuerpo diplomático los frentes inmediatos de la diplomacia francesa: relanzar la UE y echar los cimientos de la Unión mediterránea; «nueva aproximación» francesa a la OTAN, a lo largo de los próximos meses; «consolidación» de las relaciones de París y Washington, con una implantación militar permanente en el Golfo; «activismo humanitario más enérgico», ante las numerosas crisis que se multiplican en el continente africano; acción permanente en defensa de los intereses económicos nacionales, incluso vendiendo tecnología nuclear a los países árabes.

sigh

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