El profesor de la Universidad de León Jesús Paniagua ha puesto en marcha el primer máster de la facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de León.
El profesor Jesús Paniagua desarrolla en este entrevista las claves de la identidad cultural de occidente y los retos a los que se enfrenta con la globalización, la caída de las ideologías, la inmigración y los nacionalismos.
-Va a dirigir un máster acerca del origen y consolidación del concepto de Occidente. ¿Cree que se trata de un club cristiano?
-Si lo que me pregunta es sobre el concepto de Occidente, tenemos que tener en cuenta que el cristianismo es una de sus características, no la única, aunque sí probablemente la más importante y la que mejor ha definido nuestra cultura. El pensamiento cristiano se fraguó con la herencia clásica y todo lo que ella implicaba y con la tradición judía. Ese mundo cristiano, con sus propias diferencias internas, ha demostrado una capacidad de evolución como pocos. Las grandes ideas liberadoras o de intentos de liberación humana surgen ahí, en buena medida, o encuentran en eso que llamamos Occidente una de las mejores acogidas: anarquismo, socialismo, liberaciones de los esclavos, de la mujer, libertades individuales, etc. Claro que siempre hay quien vinculará las ideas del cristianismo a determinados fenómenos, como las Cruzadas y la Inquisición. La ventaja es que se han ido superando esas etapas y que los cristianos de hoy día no se plantean persecución o exclusión de los no cristianos, sino que, por lo general, tiende suceder todo lo contrario.
-¿Cómo ha influido el islam y cuál deben ser las bases con las que enfrentarse o convivir con esta suma de conciencias hoy en día?
-A niveles culturales la influencia del islam en Occidente es evidente y por ello lo hemos tenido muy en cuenta en nuestro máster. Hoy día las influencias son más limitadas y me atrevería a decir que casi nulas, frente a lo que ocurre con otras culturas a las que Occidente está siendo mucho más receptiva, como las de la India y el lejano Oriente. Ahora bien, es evidente que nuestra sociedad occidental debe recurrir a eso que llamamos la suma de conciencias, pero sin olvidar que ése no es un problema unilateral. La suma debe hacerse con la anuencia de todas las partes, no solo de algunas de ellas.
-¿Cambiará la inmigración en modo alguno las reglas del juego que nos hemos dado?
-Es conocido para los historiadores que los movimientos humanos, que son continuos en la historia, producen grandes modificaciones. A nosotros nos está tocando vivir una inmigración masiva, que lógicamente nos obligará a replantearnos algunas reglas del juego, como usted dice. Son gentes, en muchos casos, procedentes de otros ámbitos geográficos y culturales, de otras creencias religiosas, etc. y, evidentemente, hay que hacer el esfuerzo de integrarlos y de integrarnos. Precisamente en ello está uno de los principales retos de Occidente.
-¿Cree en el choque de civilizaciones que defiende Huntington?
-Como en todo este tipo de obras de contenido teórico uno puede estar de acuerdo en determinados puntos y no en otros. Contando con que sus tesis aparecieron con la caída del bloque comunista sus predicciones de alguna forma se han cumplido, puesto que el fin del comunismo soviético dejó aflorar antiguos problemas que se ocultaban bajo aquella política de bloques. También me parece positivo en su planteamiento el que piense que se debe buscar más lo que une a las civilizaciones entre sí, que lo que las separa. En algunos aspectos no coincido con ese politólogo norteamericano, pues lo que él plantea como choque de civilizaciones, lo sufre cada una también internamente y no necesariamente con la religión como trasfondo. Occidente sin duda es un enemigo común para algunas civilizaciones, porque su influyente modernidad desestructura muchas cosas en los no occidentales, lo que provoca un rechazo, aprovechado muchas veces por los sectores más conservadores en términos religiosos. Senghaas plantea el miedo a la modernización de influencia occidental por ser desestructurante en otras civilizaciones, ante lo cual éstas reaccionan.
-¿Qué papel ha jugado España en el desarrollo de Occidente?
-El papel de España en el desarrollo de Occidente creo que es bastante obvio para todos. Fue punto intermedio entre el islam y el cristianismo; amplió las fronteras de la cultura occidental, se plantearon las bases del derecho internacional actual, etc. En fin, la pregunta daría para otro máster, puesto que afectaria al arte, la literatura, la ciencia, la historia....
-¿Puede que la ausencia de Ilustración en España sea la razón de los nacionalismos?
-Es evidente que la idea de universalidad está muy vinculada a la Ilustración y donde más caló el fenómeno ilustrado la tendencia a la unidad nacional ha sido más fuerte. Ahora, tampoco podemos decir que no hubo Ilustración en España, aceptando una vieja idea francesa muy puesta en entredicho. Es cierto que en España este movimiento tuvo mucho que ver con los ambientes eclesiásticos, pero el racionalismo adquirió una gran importancia.
-Con la adecuación a los planes europeos ¿Corren peligro algunas de las titulaciones actuales de Letras en León?
-Parece, por lo que estamos viendo, que efectivamente existen titulaciones que corren peligro, pero yo no diría que únicamente y exclusivamente por los planes europeos, sino por la irracionalidad con la que muchas cosas se plantearon en su momento. En una comunidad autónoma como la nuestra, con 2.500.000 habitantes. y cuatro universidades públicas, el panorama debe racionalizarse. Yo soy del parecer que como comunidad autónoma debemos mantener todas las titulaciones que tenemos incluso crear algunas nuevas, aunque, evidentemente, creo que la cuestión debe hacerse con mucha prudencia. Lo que no se puede tener es una misma titulación en varías universidades sin llegar entre todas a un mínimo de 30 alumnos. Supongo que, aunque no guste a algunos de mis colegas, habrá que repensar el panorama, puesto que es un coste para el conjunto de la sociedad, o bien habrá que recurrir a la reconversión. Fíjese, y lo relaciono con todo eso de lo que venimos hablando en esta entrevista: en nuestra Universidad no existen especialistas en temas africanos, orientales, arabistas, etc. Pero obviando esto último, incluso en materias muy generales, la formación comienza a ser profundamente localista. Nuestros doctorandos, y muchos son becados, con lo cual no se puede aducir del todo la falta de medios, se dedican a cosas eminentemente locales de León. Y con esto no quiero decir que no haya que hacer esas cosas, pero también otras que ayuden a dar proyección a nuestros investigadores para que se enriquezcan ellos y la sociedad en la que viven.
El profesor Jesús Paniagua desarrolla en este entrevista las claves de la identidad cultural de occidente y los retos a los que se enfrenta con la globalización, la caída de las ideologías, la inmigración y los nacionalismos.
-Va a dirigir un máster acerca del origen y consolidación del concepto de Occidente. ¿Cree que se trata de un club cristiano?
-Si lo que me pregunta es sobre el concepto de Occidente, tenemos que tener en cuenta que el cristianismo es una de sus características, no la única, aunque sí probablemente la más importante y la que mejor ha definido nuestra cultura. El pensamiento cristiano se fraguó con la herencia clásica y todo lo que ella implicaba y con la tradición judía. Ese mundo cristiano, con sus propias diferencias internas, ha demostrado una capacidad de evolución como pocos. Las grandes ideas liberadoras o de intentos de liberación humana surgen ahí, en buena medida, o encuentran en eso que llamamos Occidente una de las mejores acogidas: anarquismo, socialismo, liberaciones de los esclavos, de la mujer, libertades individuales, etc. Claro que siempre hay quien vinculará las ideas del cristianismo a determinados fenómenos, como las Cruzadas y la Inquisición. La ventaja es que se han ido superando esas etapas y que los cristianos de hoy día no se plantean persecución o exclusión de los no cristianos, sino que, por lo general, tiende suceder todo lo contrario.
-¿Cómo ha influido el islam y cuál deben ser las bases con las que enfrentarse o convivir con esta suma de conciencias hoy en día?
-A niveles culturales la influencia del islam en Occidente es evidente y por ello lo hemos tenido muy en cuenta en nuestro máster. Hoy día las influencias son más limitadas y me atrevería a decir que casi nulas, frente a lo que ocurre con otras culturas a las que Occidente está siendo mucho más receptiva, como las de la India y el lejano Oriente. Ahora bien, es evidente que nuestra sociedad occidental debe recurrir a eso que llamamos la suma de conciencias, pero sin olvidar que ése no es un problema unilateral. La suma debe hacerse con la anuencia de todas las partes, no solo de algunas de ellas.
-¿Cambiará la inmigración en modo alguno las reglas del juego que nos hemos dado?
-Es conocido para los historiadores que los movimientos humanos, que son continuos en la historia, producen grandes modificaciones. A nosotros nos está tocando vivir una inmigración masiva, que lógicamente nos obligará a replantearnos algunas reglas del juego, como usted dice. Son gentes, en muchos casos, procedentes de otros ámbitos geográficos y culturales, de otras creencias religiosas, etc. y, evidentemente, hay que hacer el esfuerzo de integrarlos y de integrarnos. Precisamente en ello está uno de los principales retos de Occidente.
-¿Cree en el choque de civilizaciones que defiende Huntington?
-Como en todo este tipo de obras de contenido teórico uno puede estar de acuerdo en determinados puntos y no en otros. Contando con que sus tesis aparecieron con la caída del bloque comunista sus predicciones de alguna forma se han cumplido, puesto que el fin del comunismo soviético dejó aflorar antiguos problemas que se ocultaban bajo aquella política de bloques. También me parece positivo en su planteamiento el que piense que se debe buscar más lo que une a las civilizaciones entre sí, que lo que las separa. En algunos aspectos no coincido con ese politólogo norteamericano, pues lo que él plantea como choque de civilizaciones, lo sufre cada una también internamente y no necesariamente con la religión como trasfondo. Occidente sin duda es un enemigo común para algunas civilizaciones, porque su influyente modernidad desestructura muchas cosas en los no occidentales, lo que provoca un rechazo, aprovechado muchas veces por los sectores más conservadores en términos religiosos. Senghaas plantea el miedo a la modernización de influencia occidental por ser desestructurante en otras civilizaciones, ante lo cual éstas reaccionan.
-¿Qué papel ha jugado España en el desarrollo de Occidente?
-El papel de España en el desarrollo de Occidente creo que es bastante obvio para todos. Fue punto intermedio entre el islam y el cristianismo; amplió las fronteras de la cultura occidental, se plantearon las bases del derecho internacional actual, etc. En fin, la pregunta daría para otro máster, puesto que afectaria al arte, la literatura, la ciencia, la historia....
-¿Puede que la ausencia de Ilustración en España sea la razón de los nacionalismos?
-Es evidente que la idea de universalidad está muy vinculada a la Ilustración y donde más caló el fenómeno ilustrado la tendencia a la unidad nacional ha sido más fuerte. Ahora, tampoco podemos decir que no hubo Ilustración en España, aceptando una vieja idea francesa muy puesta en entredicho. Es cierto que en España este movimiento tuvo mucho que ver con los ambientes eclesiásticos, pero el racionalismo adquirió una gran importancia.
-Con la adecuación a los planes europeos ¿Corren peligro algunas de las titulaciones actuales de Letras en León?
-Parece, por lo que estamos viendo, que efectivamente existen titulaciones que corren peligro, pero yo no diría que únicamente y exclusivamente por los planes europeos, sino por la irracionalidad con la que muchas cosas se plantearon en su momento. En una comunidad autónoma como la nuestra, con 2.500.000 habitantes. y cuatro universidades públicas, el panorama debe racionalizarse. Yo soy del parecer que como comunidad autónoma debemos mantener todas las titulaciones que tenemos incluso crear algunas nuevas, aunque, evidentemente, creo que la cuestión debe hacerse con mucha prudencia. Lo que no se puede tener es una misma titulación en varías universidades sin llegar entre todas a un mínimo de 30 alumnos. Supongo que, aunque no guste a algunos de mis colegas, habrá que repensar el panorama, puesto que es un coste para el conjunto de la sociedad, o bien habrá que recurrir a la reconversión. Fíjese, y lo relaciono con todo eso de lo que venimos hablando en esta entrevista: en nuestra Universidad no existen especialistas en temas africanos, orientales, arabistas, etc. Pero obviando esto último, incluso en materias muy generales, la formación comienza a ser profundamente localista. Nuestros doctorandos, y muchos son becados, con lo cual no se puede aducir del todo la falta de medios, se dedican a cosas eminentemente locales de León. Y con esto no quiero decir que no haya que hacer esas cosas, pero también otras que ayuden a dar proyección a nuestros investigadores para que se enriquezcan ellos y la sociedad en la que viven.
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